¿Un juego de síes y noes? El consentimiento se autorrevela multidimensional.

Haz lo que quieras, pero hazlo con/sentido.

Y tú, ¿cómo vives tus encuentros erótico festivos? ¿Cómo un juego quizás? ¿Un juego erótico? O por el contrario, ¿te parece todo menos un juego?

Este artículo se desarrolla dentro del Programa CON/SENTIDO. Ocio Responsable con Justicia de Género, que aborda la intersección entre el ocio festivo, el consumo responsable de sustancias y las experiencias de encuentros eróticos comprometidas con la vivencia de las sexualidades libres de violencia sexual.

Y, de repente, el consentimiento se hace presente, se abre el debate y atraviesa nuestros encuentros eróticos. ¿Y antes? pareciera que siempre ha estado, es evidente (se dice) o que siempre ha sido imprescindible, más evidente aún: “pues claro que el consentimiento es importante y está en mis encuentros erótico festivos”.

Sin profundizar mucho, a bote pronto, parece que hablar de consentimiento no tiene mucho recorrido; “se quiere o no se quiere”, es decir, “se consiente o no se consiente”. Fin!

Parece incluso que está bastante claro que para encontrarnos en nuestra erótica y en nuestro disfrute ha de haber consentimiento y que este sea expresado por todas las partes (inexcusable). Parece claro, evidente, indudable, incuestionable incluso axiomático; esto es, tan evidente que no requiere demostración. Si hay un sí es sí, y si hay un no es no. Parece que no tiene mucha ciencia, ¿no? Me atrevería a decir que es hasta fácil de explicar y más aún de entender.

Ahora bien, interseccionada con la teoría está la práctica; nuestras vivencias y experiencias, la cultura heteropatriarcal que nos atraviesa, lo individual y lo colectivo, nuestros conocimientos objetivos y nuestras subjetividades, la realidad y sus diversidades y un largo etcétera que conforma el cómo nos construimos, desde dónde y cómo nos significamos o qué nombre tiene lo que nos pasa. Aquí parece que la cuestión se complejiza, también se enriquece, y cuando el consentimiento se hace carne, toma cuerpo y aparece en nuestras vidas, en nuestros encuentros atravesándolos de principio a fin y más allá; puede quizás que empiece la ciencia. Una ciencia (del latín scientĭa, ‘conocimiento’) que con el fin de descubrir realidades y dar respuestas a diversidad de interrogantes va destapando la necesidad de una reflexión más profunda atendiendo a la complejidad en la que nos adentramos.

A raíz, entre otras, de la denuncia por la agresión sexual en Pamplona en julio de 2016 y del desarrollo del procedimiento judicial, el debate sobre el consentimiento ha calado con fuerza más allá de las fronteras del movimiento feminista, e incluso dentro de este. Las respuestas, reflexiones, críticas y manifestaciones han ido cambiando, ampliándose y transformándose cada vez que nos paramos a replanteárnoslo. Muchas hemos tomado la palabra y dado voz a experiencias personales, vivencias silenciadas, razonamientos internos,…hemos abierto debate en nuestro cotidiano; en nuestras cenas, en nuestras parejas, en nuestras redes sociales, con nuestras familias y amistades amadas, en el trabajo, en la cafetería, con personas desconocidas que también se muestran interpeladas, en los medios de comunicación y así zambulléndonos en numerosos artículos, jornadas, charlas, discusiones, proyectos, acciones, manifestaciones, reportajes,… hasta llegar, inclusive, a la propuesta actual del anteproyecto de la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual que está sobre la mesa, con su debate crítico feminista. Podríamos pensar que se han dedicado tantas horas que poco hay que añadir, sin embargo, parece que esto solo acaba de empezar.

El feminismo vuelve a enriquecernos mostrándonos otra forma de relacionarnos. Nos interpela desde la mirada crítica a dar voz, a expresar, a transformar y a visibilizar todo aquello que no es consentimiento y con ello nos ofrece la posibilidad de poder nombrar todo aquello que sí lo es. Ya sabemos que lo que no se nombra no existe. Y parece que sí, es ahora el momento de nombrar lo que SÍ, con toda su complejidad, para así aclarar o sentenciar lo que NO ES. Siempre he pensado que dentro de nuestros síes podemos encontrar nuestros noes y no al revés. Es decir, creo que en nuestros noes no siempre podemos encontrar nuestros síes. Aunque parezca un juego de palabras, son muchas las formaciones, campañas de sensibilización o materiales que he conocido destinadas a prevenir las violencias sexistas mostrándonos qué no debemos hacer: no debemos dejar que nos miren el móvil, que no nos controlen, que no nos aíslen de nuestras relaciones personales, no tolerar el mal trato, y un largo etcétera que seguro hemos recibido, sin que se den otras alternativas. Sin embargo, la ausencia de violencias (evidentemente es imprescindible) no siempre garantiza el disfrute de las relaciones, la expresión del placer, el amor propio o la comunicación activa y en confianza, como herramientas en la interrelación.

Ahora bien, cultivarse en qué es el Buen Querer, el respeto, la empatía, los cuidados, la autonomía frente a la dependencia, la igualdad, la compresión de los sentimientos propios, la capacidad de poner límites… sí puede posibilitar la ausencia de violencias y a su vez dar espacio para el desarrollo de relaciones libres, igualitarias y placenteras. La formulación en positivo, desde el Sí, es clave. Como suelo decir: “cuando aprendo el no, sólo aprendo eso que no, sin embargo, cuando aprendo el sí lleva implícito lo que no me da ese sí”. Por ejemplo, si aprendo a comunicarme en positivo asumiendo mi responsabilidad en lo que nos pasa dejo de culpabilizar fuera (que sería lo que no). Si lo llevamos, más específicamente, al tema que nos ocupa es necesario aprender lo que NO, por ejemplo, “mi cuerpo no se toca sin mi consentimiento” y ahora vendría lo que SÍ, “te cuento cómo puedes tocar mi cuerpo y que me dé placer”. (Este SÍ lleva implícito el consentimiento del NO) Quizás parece complejo o muy simple, a mí me da la herramienta del autoconocimiento como uno de mis poderes para interrelacionarme: “yo contigo me muevo en lo que sí”. Lo que me interpela al compromiso con mis noes.

Aquí es importante hacer una parada importante y dejar claro que es tan necesario el “NO es NO” como el “SÓLO SÍ es SÍ” (lo veremos con profundidad en siguientes artículos). Ambos, aunque se podría pensar que dicen lo mismo o que uno matiza al otro, desde la mirada crítica feminista vemos cómo quizás se complementen o nos interpelen a revisarnos, a poder verbalizar y gestionar nuestros noes y nuestros síes (¡ahí es nada!). Sin embargo, ambos son imperdibles dentro del consentimiento y la vivencia de nuestras sexualidades.

El consentimiento no es plano, no se trata de una dimensión binaria abierta al sí o al no. ¿O sí? ¿resulta siempre fácil decir no? ¿o decir sí? ¿Conocemos nuestros noes o nuestros síes? ¿Y los ajenos? ¿Son siempre los mismos? Girar la atención al consentimiento ha supuesto que este desplegara sus alas y que en la gama de grises que se han ido desvelando empecemos a vislumbrar una paleta de colores llena de matices que nos muestran una combinación necesaria para vivir relaciones y/o encuentros eróticos libres de violencia y placenteras.

Quizás, no sea tan de repente y ya llevamos mucho abordando este tema tanto desde la prevención y erradicación de las violencias sexistas, en este caso sexuales, como desde el empoderamiento sexual, atendiendo tanto a la urgencia de las violencias sexuales como a la importancia de vivencia de la(s) sexualidad(es) en toda su amplitud. Haciendo el recorrido desde dónde NO queremos nuestros encuentros hacia dónde SÍ, por voluntad y deseo, a través de los acuerdos mutuos, la capacidad de poner y respetar los límites multidimensionamos nuestra sexualidad más allá del consentimiento.

El consentimiento se autorrevela multidimensional, rompiendo el discurso lineal y abriéndose a un encuentro dinámico y vivo en el que se entretejen diversidad de variables esenciales para el disfrute y el goce CON/SENTIDO. ¿Se te ocurren algunas? Y hablando de ENCUENTROS CON/SENTIDO. ¿Cuáles son tus reglas? ¡Hagan juego!

Continuará…
QUE SEA RICO!