Es tanto lo que se viene escribiendo, debatiendo, formando y compartiendo estos días en relación al “Solo Sí es Sí”, que tal vez toca hacer una parada y volver sobre nuestros pasos, por aquello de que el camino no se hace de ida sino de vuelta. Y aquí estamos, paradas, justo cuando el camino empieza a ramificarse bajo una propuesta de Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual, conocida popularmente por la ley del “solo sí es sí” o del “si no es sí es no”. Cuando se hace un llamamiento a garantizar la libertad sexual como un fin, requiere pararse con mucho más detenimiento a ver de qué estamos hablando con esto del “Solo Sí es Sí”

Este artículo se desarrolla dentro del Programa Con/Sentido. Ocio Responsable con Justicia de Género, que aborda la intersección entre el ocio festivo, el consumo responsable de sustancias y las experiencias de encuentros eróticos comprometidas con la vivencia de las sexualidades libres de violencia sexual.                    

# hazlo con/sentido.

Marzo, 2021. Irene Rodríguez.

Trasladar las dimensiones del consentimiento a lógicas básicas de contrarios y opuestos nos puede llevar al error de que pareciera que hablamos de una moneda de dos caras; la cara A es sí y la cara B es no. “Si dije no, no dije sí” y “si dije sí, no dije no”. Es tan lógico que parece real. 

Y seguro que es real, aunque la reflexión cuando nos adentramos en las realidades en plural, tal como son, invita a tener que profundizar más y observar como hay más de una moneda y sus caras tienen varias posibilidades, principalmente cuando hablamos del sí. En la tirada del no, la moneda tiene la misma cara, la mires por donde la mires es NO; si dije “No es No”. 

Ahora bien, cuando le damos espacio al sí, resulta complicado que se reduzca a que si no dije no es que es sí o que si no dije sí es que es no. ¿cuántas veces ha tenido que leer esta frase para poder entenderla? Yo que la escribo, le he dado un par de vueltas y sigo, pues imaginemos ahora si estas fueran las únicas lógicas de razonamiento y comunicación cuando hablamos de relaciones personales, encuentros eróticos, ligues, deseos, disfrutes, placeres, también displaceres y en definitiva de todo esto de explorar nuestra(s) sexualidad(es) con libertad. 

En el artículo anterior hice el ejercicio de cerrar los ojos reviviendo mis noes, ¿lo recuerdan? me venían como si fuera una película que titulé “El recorrido del No”. En esta ocasión, cuando doy espacio en mí a mis síes; en los encuentros eróticos y mis vivencias a través de los síes más que una película parece una serie de varias temporadas, ¿su título? “El vértigo del sí”

Lo que me atraviesa al abrirme al sí, es puro vértigo. No siempre entendido como mareo o turbación (quizás mezclada con excitación) sino más bien como ímpetu, brío o incluso arrebato (quizás mezclada con aprensión). Es como estar a punto de tirarme en paracaídas; sé que quiero; me pone sólo de pensarlo; mi respiración me sube por dentro hasta sentir el calor en mis mejillas y a la vez se corta; me surgen las dudas de si gritar o mantener la tensión; la emoción; oigo mis palpitaciones; es un micro segundo que puede ser eterno en el que una, dos, tres… ¡Sí! ¿te resuena algo de esto? ¿cómo son tus síes? ¿sientes que se mueve algo cuando dices que sí? o ¿esto no tiene nada que ver contigo? Si te apetece ¡cuéntanos!

Cuando me paro a intentar darle algo de sentido a esta expresión corporal y a eso que se me mueve percibo una extraña sensación entre tensión, alerta, entusiasmo y atrevimiento. Es como si no me hubieran preparado para dar un sí tal como me viene, como si más bien me hubieran preparado para valorar bien (pero muy bien) si puedo, debo o me permito, con sus consecuencias y riesgos, dar ese sí. Es como si voy a saltar con ese paracaídas debo entonces valorar bien, pero muy bien; cómo; con quién; si es la primera vez; desde dónde; a qué altura; con qué herramientas de seguridad; conocer los riesgos; y aun así… a veces no poder evitar una pregunta externa o incluso interna que suena a: ¿te vas a tirar? ¿estás segura? ¡tú verás! Y a la vez sentir el frenesí, el apasionamiento y la fogosidad de estar en plena exploración y entrega para vivir mis síes con la libertad de los límites compartidos y pactados. 

Y, claro preparada así, como no sentir tensión, por mucho que sepa que es mi libertad, cuesta no activar la alerta frente a las advertencias, amenazas y desigualdades machistas y vivirlo por momentos como todo un atrevimiento, y más si me salgo de la norma; decir que sí; sí a mi deseo; sí a experimentar; sí a explorar; sí a equivocarme; sí a decir no; sí a conocerme; sí a construir en cada encuentro. En el primer artículo lo nombro como un mantra: “Yo contigo me muevo en lo que sí”. 

Un sí Con/Sentido es igual a participar activamente en el encuentro erótico festivo, una participación activa traducida en voluntad para, (decisión) que ha de ser permanente en el antes, durante y después, así como reversible, entusiasta, continuada, verbal, afirmativa, honesta, sin coacción, …e imprescindiblemente pactada. Encuentros acordados que van entretejiendo nuestra propuesta de encuentro Con/Sentido, que se vivencian en bucle desde el “yo consiento” al “yo decido” del “yo comunico” al “yo acuerdo”.  Ser sujeto de decisión participante en activo nos interpela a desarrollar nuestra capacidad de generar acuerdos, dialogar y negociar los síes con sus noes, como ejercicio placentero en sí mismo. 

El argumento de nuestra serie se va desarrollando enriquecido con variables (tal vez monedas) imprescindibles como: la comunicación, el respeto, la voluntad en sí misma, la empatía, la responsabilidad, la capacidad de poner límites, los acuerdos, los cuidados, la voluptuosidad, la intimidad, el(los) contacto(s), el lenguaje no verbal, la gestión de placeres, la capacidad para negociar, la gestión de riesgos, la comprensión de los sentimientos propios y ajenos, el (los) deseo(s),… en definitiva, nuestras capacidades, herramientas y estrategias para interrelacionarnos de una forma autoafirmativa explorando también nuestros límites. 

Los límites a través de los acuerdos en la exploración de nuestra(s) sexualidad(es) se manifiestan como caras de esas monedas del sí o el no que cada persona percibe y expresa tanto desde lo propio como en su relación en un espacio y tiempo (aquí y ahora) que es necesario contextualizar cada vez.  Si observamos con atención esto de cuál es la opción de la cara A (sí) y cuál la de la cara B (no), vemos que tiene su trasfondo, ya que si analizamos los mandatos de género: unos se socializan en el sí y otras se socializan en el no, como opciones dadas. Unos tienen el sí como respuesta adquirida, en esto de la erótica, por ejemplo; siempre disponibles, siempre con el deseo activo; invulnerables a los riesgos. Y otras con el no como respuesta adquirida; no a variedad de encuentros; no a expresar el deseo primero; vulnerables a todos los riesgos. 

Bueno, ya hemos visto la primera temporada de “El vértigo del sí”, los títulos de los episodios que se los ponga cada quien, yo por el momento sigo diciendo sí a próximas temporadas. Con la responsabilidad compartida entre mis síes (también los noes) y los ajenos, la responsabilidad de confirmarlos mutuamente. Y con el consentimiento como respeto absoluto, y el convencimiento de que todos los consentimientos son válidos y legítimos ya que forman parte de nuestras decisiones, de la capacidad de agencia que tenemos incluso cuando se decide fuera de la norma, de los estereotipos o los mandatos.

Hablamos de consentimiento; hablamos de decisiones; hablamos de acuerdos; hablamos de derechos; y no nos cansamos de hablar porque no nos cansamos de ser sujetos activos en nuestra(s) vida(s) y en nuestra(s) sexualidad(es) y de reconocer nuestra voluntad y libertad como valores propios, respetables e irrenunciables. 

¿En las próximas temporadas? Pues eso, si es “No es NO” y si es Sí, cogemos el paracaídas y nos tiramos a la complejidad de la voluntad y el deseo; a la excitación de volar o tal vez ya no vuele más; al espacio intermedio entre lo que no queremos y todo eso que vamos a explorar en nuestros síes; a los “no sé, pero sí”; a los “mejor así”; a los “probemos esto”; a los “que rico aquí”; a los “vivámoslo sin culpa(s)”; a los disfrutes del (los) cuerpo(s); a “los ahora no”; sí a construir una hoja de ruta propia revolucionada por nuestras experiencias, decisiones y libertades.

Parece que estas monedas son más de una, plurales y diversas, y que las opciones se mueven en pura revolución dimensionando las polaridades e integrando los opuestos. Por un consentimiento con buenos acuerdos. 

¡QUE SEA RICO!