En el Programa Con/Sentido. Ocio Responsable con Justicia de Género trabajamos para la transformación de los contextos de ocio festivo. En esta ocasión nos vamos a centrar no solo en los espacios de ocio festivo sino también en las celebraciones que principalmente se realizan en espacios festivos privados, como son las casas o restaurantes y bares, con la intención de reflexionar sobre el consumo de alcohol asociado a las celebraciones.

#hazlo con/sentido.

Diciembre, 2021. Alicia Bustos Vargas

En este y en otros países las celebraciones de cualquier tipo se suelen ver envueltas en alcohol; a veces son, incluso, el regalo.

Se acercan unas fechas muy festivas donde las personas nos reunimos para disfrutar de varias celebraciones (a veces, cuando se acaban, nos parece que han sido demasiadas). En la mayoría de ellas, se va a empezar con unos aperitivos acompañados de unos vermuts o unas cervezas. Se va a seguir con los platos principales acompañados de vino. Se acabará el postre con polvito y champán o cava. Si se toma el cafetito puede que se acompañe de algún licor o aguardiente. Para acompañar a la digestión no faltará el cubata de ron…

Si observamos la cantidad de bebidas, los tipos de ellas (fermentadas y destiladas), su graduación y el tiempo en el que se beben, veremos que el grado de alcoholemia será, probablemente, bastante elevado en las personas. A veces, no notan demasiado el estado de embriaguez y esta señal, lejos de tener que ser reforzada y valorada como positiva por “el aguante”, nos indica que la tolerancia al alcohol es elevada, por lo que las personas necesitan más cantidad de alcohol para notar los efectos de la embriaguez. Se podría reducir esta tolerancia espaciando los consumos de alcohol en el tiempo y haciendo descansos para que el cuerpo vuelva a restablecer los niveles y la sensibilidad al consumo de alcohol. Damos gracias a que, como el consumo de alcohol, en estas celebraciones, se acompaña de comida, los alimentos en el estómago retrasan la absorción del alcohol, haciéndola más progresiva, haciendo que siente mejor y que la embriaguez no aparezca de forma rápida y desagradable.

Como decía, parece que no hay celebración que se realice sin alcohol de por medio y esa asociación que, en principio, hacen las personas adultas, también es el modelo de consumo para las personas menores y adolescentes. Estas personitas crecen rodeadas de alcohol y de personas adultas que consumen alcohol en muchas celebraciones y ese es el modelo que aprenden por observación, imitación y reconocimiento social. Las personas adultas repiten a las menores y adolescentes que no pueden consumir alcohol y, muchas veces, ese mensaje les es enviado con una copa de vino en la mano. “Cuando tengas más de 18 años podrás celebrarlo”. Como si las celebraciones no pudiesen disfrutarse sin consumir alcohol o como si al cumplir 18 años cambiase radicalmente nuestro organismo y nuestra vida…

En este sentido, propongo a las personas adultas que nos observemos y analicemos los mensajes que nos lanzamos a nosotras mismas y que lanzamos a otras personas, porque muchas veces son contradictorios, y esos mismos mensajes sirven de reflejo y de guía, especialmente, para las personas más jóvenes (en el artículo anterior de este blog podéis leer sobre este tema).

¿Somos, las personas adultas, las principales responsables del consumo de alcohol de las personas jóvenes? No, desde luego, pero tenemos un papel muy importante del que debemos responsabilizarnos.

¿Quién más tiene responsabilidad en este asunto que tanto parece preocupar a la sociedad? Los medios de comunicación y la publicidad son otros de los protagonistas de la transmisión de la cultura del alcohol en la que vivimos.

Los anuncios de alcohol en la televisión, en las revistas y en espacios públicos (como las vallas publicitarias y las paradas de las guaguas) son patrocinados por potentes empresas que invierten grandes cantidades de dinero y de creatividad en sus anuncios publicitarios. La ley General de Publicidad (Ley 34/1988, de 11 de noviembre) no permite que aparezcan bebidas alcohólicas con más de 20 grados en los anuncios de televisión ni en lugares donde no se permita su venta o consumo. Las comunidades autónomas tienen cierta potestad en la autorización de la publicidad de las bebidas con menos de 20 grados.

Así, siguiendo esta ley, la mayoría de las bebidas espirituosas (así es como se llama la agrupación de empresas que se dedican a la venta de alcoholes destilados), no pueden aparecer en la publicidad. Por este mismo motivo, algunas conocidas marcas de alcohol destilado (las que se usan, principalmente, para los cubatas o en los chupitos) nos sorprenden con bebidas de menor graduación y nos hacen llegar anuncios muy creativos y vistosos (ya sabemos lo que se dice: “hecha la ley, hecha la trampa…”).

Y para terminar este texto y para terminar este año, (léase con ironía) no dejen de ver el anuncio que para este año nos habrán preparado las burbujitas de Freixenet.

¡Salud y brindemos! (yo lo haré con agua y no tendré mala suerte porque eso se lo inventó alguna empresa de bebidas alcohólicas…fíjense en cómo la industria se entremezcla con nuestra cultura y bienestar)