En el Programa Con/Sentido. Ocio Responsable con Justicia de Género trabajamos para la transformación de los contextos de ocio festivo y, entre las tantas preguntas que nos hacemos y os hacemos, nos preguntamos si las mujeres consumen sustancias y si lo hacen de la misma forma que los hombres.

Agosto, 2021

Como escribí en el artículo anterior, en el imaginario colectivo de la sociedad binaria en la que todavía vivimos, la conducta de consumir sustancias todavía se asocia más a algo que hacen los hombres que a algo que hacemos las mujeres y por esa misma conducta recibimos diferentes miradas, juicios y evaluaciones sobre dicha conducta, tanto de forma externa -objetiva y social-, como de forma interna -subjetiva- y eso hace que nuestras conductas, nuestras formas de comportarnos y de relacionarnos con las sustancias sean bastante específicas de las que somos mujeres en el amplio abanico multicolor y de forma diferente a como lo hacen los hombres blancos con la etiqueta de hetero (que son en quienes más se han basado los estudios científicos).

Sabiendo que nos miran y nos juzgan de manera diferente, a lo largo de la historia las mujeres hemos adaptado nuestros consumos de sustancias a la evitación de ciertos estigmas asociados, estigmas y penalizaciones que recibimos por realizar conductas que no se esperan de nosotras y, a la vez, por transgredir las pautas de comportamiento y salirnos de nuestros roles y mandatos de género socialmente establecidos.

¿Se os ocurre qué es lo que hemos hecho?

Podemos responderlo pensando en nuestros propios consumos o en los de las mujeres que tenemos cerquita.

Podemos preguntarles a las agentes de las marchas Con/Sentido, que recogen relatos y experiencias de personas diversas relacionadas con los consumos de sustancias, las vivencias de las sexualidades y las violencias sexuales.

Podemos mirar los resultados de las encuestas de consumo de Plan Nacional Sobre Drogas y otros datos disponibles a nivel local y europeo.

Podemos consultar los datos por los que las mujeres acceden a tratamientos en el área de adicciones.

Observando las cuatro posibilidades por separado o analizándolas juntas, las respuestas son que las mujeres hemos consumido más sustancias legales que ilegales y que hemos consumido todas las sustancias (a excepción, en algunos años, de dos) en menores proporciones que los hombres.

Por consumir sustancias ilegales no se recibe penalización legal, administrativa ni penal (a no ser que se utilicen con fines no legales), no se reciben demasiadas sanciones sociales (siempre que el consumo sea responsable, moderado, poco evidente y poco visible) y son esas que no tienen la etiqueta de drogas.

En la sociedad heteropatriarcal en la que vivimos repetimos el mensaje de “ten cuidado” y por ello las mujeres hemos consumido relativamente pocas drogas y hemos consumido las no drogas (que sí lo son en cuanto que sustancias, compuestos que alteran el funcionamiento del organismo o como queramos llamarlas para que entren en el saco de conductas que producen placer y también llevan asociados riesgos y daños) y, principalmente sin efectos estimulantes sino más bien depresores, que suelen producir efectos menos disruptivos.

Tenemos cuidado de no hacer cosas ilegales, o hacerlas lo menos posible, o hacerlas sin que nos vean ni lo sepan, de hacer cosas que ponen en riesgo nuestra salud y hacerlas cuidándonos.

Los cuidados son necesarios para que las personas existamos, son cercanos, aprendibles y muchas cosas más. Lo que nos ha pasado es que solo nos han dicho que los tenemos que hacer y tener nosotras y por ese mismo motivo, los consumos de sustancias están atravesados por la variable del sexo-género.

Si aplicamos una nueva perspectiva a los cuidados en relación al consumo de sustancias, una mirada que sea más libre de prejuicios y mandatos de género, transformamos los cuidados en autopactos de consumo responsable que pasan, como podéis leer en los artículos de Irene, por el autoconocimiento y por dejar de dar por hecho muchas cosas a través de la observación de la realidad, la identificación de conductas y el cambio (al ritmo que cada une quiera y pueda) individual y social.