Saber qué hay que hacer no significa que sepamos cómo hacerlo. Cuando los cuidados son acuerdos y (auto)pactos se acaban las suposiciones.

Este artículo se desarrolla dentro del Programa Con/Sentido. Ocio Responsable con Justicia de Género, que aborda la intersección entre el ocio festivo, el consumo responsable de sustancias y las experiencias de encuentros eróticos comprometidas con la vivencia de las sexualidades libres de violencia sexual.                    

# HAZLO CON/SENTIDO.

Agosto, 2021. Irene Rodríguez.

En el tiempo que llevamos promoviendo el ocio responsable con justicia de género, una de las claves ha sido poder ir desgranado conjuntamente cuáles son las dinámicas socioculturales que operan en los contextos de ocio festivo que, intereseccionadas con el consumo de sustancias, las relaciones personales y los encuentros erótico-afectivos, van generando una aceptación de situaciones que se dan por hecho. Encontrarnos de frente con nuestra aceptación (ese dar por hecho) no siempre es fácil, requiere de un ejercicio de mucha presencia, honestidad y convencimiento de que si formamos parte del problema también podemos formar parte de la solución. Y sí, le he dado la vuelta a la popular frase, “si no eres parte de la solución eres parte del problema”, porque entiendo que hay cuestiones en las que no estamos en un lado o en el otro, sino que estamos en ambos y, a veces, en ninguno. 

Reconocer que esta sociedad que buscamos transformar está compuesta única y exclusivamente por quienes la vivimos y conformamos, hace que no podamos librarnos de nuestra responsabilidad individual y colectiva. Quizás, aquí me toca reconocer mi primer “dar por hecho”: ¿Todas las personas buscamos transformar la sociedad en la que vivimos? Si parto de que sí, entonces es cuando brotan los qué(s) y los cómo(s). ¿Qué queremos transformar? ¿Cómo queremos transformar?

Asumir con responsabilidad que estamos dentro, que configuramos esta nuestra sociedad, hace que dejemos de poner fuera los problemas o las soluciones, hace que nos toque ocuparnos y actuar. Es decir, hace que dejemos de colocarnos y/o colocar a las otras personas en un lugar (problema) o en el otro (solución) quedándonos en una especie de limbo en el que damos por hecho a través de los prejuicios, estereotipos y mitos que ya hemos venido reflexionando en los diferentes artículos. Entonces, aparece ese estar en ningún lugar, aceptando dichas dinámicas socioculturales como normales, intransformables, inalcanzables o sin mucho margen de actuación propia, ese lugar ficticio en el que ni somos el problema ni tenemos la solución y, por tanto, parece que nos quedamos fuera estando dentro.

Reconocernos dentro sí es una aceptación real, irrefutable, sin suposiciones, somos el motor que produce el movimiento del engranaje sociocultural que hace que funcione el sistema, movimiento que podemos transformar en la dirección que decidamos, en los hechos que acordemos con nuestro compromiso, en este caso, por un ocio festivo que sea respetuoso, igualitario, diverso y libre y, como no, placentero y de disfrute tal como promovemos desde el Programa Con/Sentido. 

Los qué(s) transformar los estamos nombrando, poniendo luz, haciendo visibles, acabando con esos “dar por hecho” que así somos. Una vez tenemos consciencia de los qué(s) necesitamos los cómo(s) no sea que volvamos a dar por hecho. Un ejemplo palpable es el propio consentimiento, parece que ese qué ya lo tenemos claro, es necesario que haya consentimiento, que no es no, ahora bien, ¿cómo consentimos? ¿Cómo se hace esto de consentir? ¿Todas las personas consentimos igual? ¿Cómo sabemos que la otra persona(s) está consintiendo? ¿Tenemos la misma comprensión de cómo practicamos el consentimiento?

Se abren posibilidades a que, sin tomar mucha conciencia, nos adentremos en nuevos “dar por hecho”; dar por hecho qué es consentir, qué es igualdad, libertad o diversidad, o que sabiendo lo que es, demos por hecho cómo lo hacemos. Es vital dar contenido a tan importantes qué(s) y cómo(s) y para ello, contamos con la reflexión, el pensamiento crítico, el debate, el feminismo(s), la escucha, la gestión de placeres y riesgos, la información y el conocimiento, la prevención de daños, el ser protagonista, sujetos activos, el responsabilizarse, la toma de decisiones constante, los límites y todas esas claves necesarias para generar contenido de forma que no se queden en palabras vacías o interpretadas para el beneficio propio como única vía de participación social. Claves que nos permiten dejar de dar por hecho y que nos empujan a tomar un papel activo en nuestras formas de hacer, en este caso, de disfrutar del ocio festivo desde la fórmula de los cuidados. ¿Pueden ser los cuidados el medio práctico para transformar nuestras formas de consumir y/o de relacionarnos en estos contextos?  

Es innegable que los cuidados son imprescindibles para el desarrollo humano y social, individual y colectivo. Ya lo decía en el artículo anterior sin cuidados no hay vida. Ahora bien, ¿cómo estamos entendiendo los cuidados en contextos de ocio festivo? Pararnos ante esta pregunta invita a dejar de dar por hecho; por ejemplo, dar por hecho que cuidar en estos contextos, es transmitir miedos que perpetuamos a través de frases hechas: “es que si consumes estás vulnerable a que te violen”, “es que si bebes te pueden meter algo en la copa”, “es que si están solas les pueden hacer algo”. ¿Queremos un ocio festivo construido desde los miedos como forma de cuidados? Otro dar por hecho que solemos encontrarnos como forma de cuidado en estos contextos es la prohibición, “si está prohibido no pasa” parece que dice el mantra; sin embargo, cuando lo observamos en la práctica cotidiana, que la prohibición sea una fórmula efectiva en sí misma, parece mucho dar por hecho. ¿Se te ocurren otros cuidados que se dan por hecho como parte del ocio festivo?

La experiencia nos muestra como las políticas del miedo y la prohibición no han sido del todo eficaces por sí mismas, se observa, además, que pueden reproducir situaciones de vulnerabilidad, justificación o penalización: prohibir sin información real, justificar una agresión por haber consumido o culpar a la víctima por irse con quien le agredió. Esto hace      que cuando hablemos de cuidados podamos captar su complejidad, atendiendo a dar significados que generen un impacto que nos permitan crear cuidados propios y compartidos desde los acuerdos y (auto)pactos hacia nuestro disfrute de estos contextos. Cuidados Con/Sentido, cuidados libres de prejuicios y mitos. 

Dar contenido a valores como la diversidad, la igualdad, el respeto o la libertad a través del cómo(s) es entenderse desde el conjunto social con un compromiso por los cuidados como el modo o el truco (“el truco está en el trato” como decía en el texto anterior) a cómo desarrollamos nuestro trato para conmigo y para con el mundo. Cuestionar(se), no solo qué entendemos por estos valores en clave de género, sino cómo los llevamos a la práctica, cómo los hacemos reales apremia a dejar de dar por hecho. ¿Cómo sabemos que tenemos compromiso con el valor de la diversidad en la práctica? ¿Cómo se lleva a cabo esto de la igualdad? ¿Es cuestión de que las personas sean iguales? ¿Y el respeto? ¿Cómo sabes que te están respetando? ¿Cómo haces para respetar? ¿Cómo son tus formas de mostrarlo? Y, cuando nos adentramos en la libertad ¿cómo hacemos para que esté en la práctica de nuestra vida cotidiana? ¿Cómo haces con tu libertad? Y, con la libertad ajena ¿cómo hacemos para gestionarla desde el respeto, la igualdad o la diversidad? ¿Cómo hacer para disfrutar de la riqueza de estos valores en los contextos de ocio festivo? 

En mi caso, cuando reflexiono cómo hago para que estos valores, el consentimiento, la toma de mis decisiones, la gestión de los límites o, en definitiva, mi protagonismo activo exista más allá de las palabras es cuando me doy cuenta de que damos (doy) por hecho. Ya no es suficiente con nombrarlos, sí necesario, sino que compete crear consenso, cuestionar conjuntamente y ponerse en modo de creación de respuestas a esos cómo(s), de propuestas y acciones. Que mi cuidado pasa por mi autoconocimiento, dejar de darme por hecho, dejar de suponer(me) y pasar a cuestionar(me), a través de la observación de cómo puedo hacer para mi disfrute y el ajeno, cómo formulo mis autopactos de consumo responsable y/o de ligue deseado para que signifiquen cuidado en mayúsculas. Si ahora hacemos una lluvia de ideas ¿cuáles son tus cómo(s) para que el cuidado sea en mayúsculas en los contextos de ocio festivo?

En principio, hay algunos ineludibles; tomar mis propias decisiones con información y conocimientos reales (ya hablaremos más adelante de lo necesaria que es la educación sexual integral y diversa). Pactar conmigo cómo voy a desarrollar mi disfrute, dónde están mis límites, cómo explorar mis deseos, escuchar y atender mis ritmos, protagonizar mi diversión. En el encuentro establecer acuerdos, activos, reversibles, cambiantes, en concordia con el disfrute de cada quien que participa, sin dar por hecho, atendiendo al trato, la satisfacción y la comunicación como integrantes de una danza conjunta. Y, si en mis autopactos yo decido, cada quien decide en los suyos, entonces, el compromiso mutuo es respetarlos como sagrados, libres y diversos. No hay acuerdos sin toma de decisiones. No hay cuidados sin acuerdos. 

Así para el viaje, las experiencias y el goce del ocio festivo, nuestra brújula son los cuidados Con/Sentido, cuidados que son autopactos y acuerdos que vamos construyendo cómo en un continuum. 

¡QUE SEA RICO!