En el Programa Con/Sentido. Ocio Responsable con Justicia de Género trabajamos para la transformación de los contextos de ocio festivo y, por ello, en el artículo anterior analizamos el concepto de droga relacionado con la legalidad e ilegalidad y en esta ocasión vamos a hacerlo centrándonos, principalmente, en los conceptos que surgieron a través del modelo médico-sanitario: drogas duras y blandas y la consideración de personas enfermas a aquellas que consumen sustancias (especialmente las duras), colocándoles una etiqueta pasiva y desresponsabilizadora que deja a las personas poco espacio para la acción de realizar cambios de conducta y la utilización de estrategias de autocuidado.

Cuando se les denominó duras a algunas sustancias, se transmitía la información de que eran las que mayor impacto social y sanitario producían (en cuanto al potencial de adicción y al daño en el organismo) y las que, en caso de consumirlas, mayores riesgos a corto plazo suponían. Las blandas fueron categorizadas como sustancias aceptadas socialmente y percibido su consumo como menos arriesgado y que no produce daños graves.

¿Significa que las drogas duras son fuertes, que son resistentes

o que están musculadas?

¿Significa que las drogas blandas tienen poca resistencia

o que si les acercas el dedo se hunden?

Esta clasificación contribuye a disminuir la percepción del riesgo asociada a determinadas sustancias y a aumentarlo hacia otras, sin resultar, en muchas ocasiones, ajustada a los efectos y a los riesgos reales.

Si observamos la regulación o la ausencia de la misma en relación a las sustancias incluidas en ambos grupos, encontramos que las variables se entrecruzan y podemos dudar de la idoneidad de ambos etiquetajes como la base de la definición del concepto droga.

¿Alguien puede explicarnos la relación entre la salud y la aceptación social del consumo de determinadas sustancias? Sí, vais bien si el alcohol os aparece por la cabeza, ya que se trata de una sustancia (demasiado) aceptada en la sociedad, sobre la que se perciben riesgos escasos y produce un gran impacto sanitario y social. También puede que haya aparecido el LSD en vuestra cabeza, como sustancia con baja toxicidad y que se encasillaría en las drogas duras.

Lo interesante y en lo que podemos trabajar es en la relación que establecemos las personas con las drogas, ampliando las variables que se relacionan con las sustancias y no tanto en las sustancias en sí mismas, aunque no deja de ser importante la información objetiva sobre ellas y sus efectos, tanto los positivos como los negativos.

Ellas ya estaban, las fuimos identificando, otras más aparecieron, algunas se quedaron, otras se ausentaron, otras surgieron para imitar a las iniciales, otras resurgieron y algunas más desaparecieron y las personas seguimos aquí, en un mundo donde coexistimos y podemos compartir el espacio y utilizarnos con responsabilidad.

A medida que analizamos los numerosos y diversos factores relacionados con el concepto de droga, más se nos complica su definición (habíamos dicho anteriormente que no se trataba de una tarea nada fácil).

La visión que tiene la sociedad sobre las diferentes sustancias puede transformarse a través del cambio en el punto de partida de la problemática social asociada a los consumos de sustancias, siendo necesario reestablecer el sistema de aceptación y uso de las sustancias y ajustar la percepción del riesgo sobre ellas para cuidarnos en salud.