¿Drogas?
No, yo de eso no consumo.
En el Programa Con/Sentido. Ocio Responsable con Justicia de Género trabajamos para la transformación de los contextos de ocio festivo y, por ello, vemos necesario redefinir algunos conceptos y reducir la estigmatización asociada. En el artículo anterior describimos las características del consumo con/sentido y ahora vamos a empezar a analizar el concepto de droga (tarea nada fácil). ¡Vamos a ello!
El concepto de droga resulta complicado de definir. Dependiendo desde dónde se observe y con qué ojos, como cualquier otra realidad, puede tener matices que marquen las diferencias.
Según la Organización Mundial de la Salud, droga es “toda sustancia que, introducida en un organismo vivo, pueda modificar una o varias de sus funciones” (OMS,1969).
Según esta definición (bastante inexacta, por cierto) cualquier tipo de producto que altere el sistema nervioso central, es una droga.
Ahora bien, ¿es el café una droga? ¿es la cocaína una droga? ¿es el alcohol una droga? ¿es el éxtasis una droga? ¿son los psicofármacos drogas? ¿es el cannabis una droga?
Si nos ceñimos a la OMS, sí, lo son. Si consultamos a la sociedad, las respuestas variarán y dependerán de factores como la cantidad, el momento, la situación y la expectativa que se tenga en ellas (Pérez, Fernández y Mestre, Manuel, 2016). Para algunas personas solo la cocaína y el éxtasis son drogas, para otras también lo es el cannabis y para otras también el alcohol y los psicofármacos, pero no el café. Lo que es más probable que suceda es que las sustancias legalizadas queden fuera del imaginario asociado a droga, estableciendo una marcada división entre las que se aceptan y las que no se aceptan, al igual que las personas que se relacionan con ellas.
La legalidad o ilegalidad de una droga (o, mejor dicho, sustancia -por eso de ir transformando los prejuicios asociados a las palabras que utilizamos-) no nos informa sobre el efecto de la sustancia en nuestra salud, solo nos informa de su estatus legal, que es importante pero no suficiente.
Hubo un tiempo en el cual algunas sustancias que se encuentran hoy en día ilegalizadas tuvieron el estatus de legales e, incluso, se promocionaba su consumo.
De la promoción del consumo también tenemos innumerables ejemplos relacionados con el alcohol y con las bebidas energéticas, entre otras. El marketing asociado a ellas fue y es, muchas veces, ambiguo. Entre el amigo mío solo tú encuentras leña, el cómprame que te voy a ser útil, el chico martini, el consúmeme porque todes lo hacen, el te da alas y el consuma bajo su responsabilidad. Y ahí nos encontramos las personas, teniendo que decidir entre hacerlo y no hacerlo en numerosas situaciones con un montón de variables y factores que pueden afectar a esas decisiones.
Estas situaciones, donde el consumo de sustancias se sitúa en lugares similares al de cualquier otro producto, producen normalizaciones de los usos y ya no nos sorprende que las personas consuman X sustancia, ni juzgamos negativamente que lo hagan. A su vez, esta nueva situación puede generar que dejen de asociarse riesgos para la salud, cuando tenerlos, los tienen y para poder gestionarlos debemos poder conocerlos, estén las sustancias legalizadas o ilegalizadas.
Continuará…
Saber más
Organización Mundial de la Salud (1969).
Pérez, Fernando y Mestre, Manuel (2016). Drogodependencias y sexualidad. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva
Es psicóloga de formación, coordinadora de Energy Control en Baleares (ABD), colaboradora de Sexism Free Night y formadora y asesora del Programa Con/Sentido desde los inicios. Tiene conocimientos relacionados con sustancias y reducción de riesgos asociados al uso de drogas con perspectiva de género. Amante de la vida, de las personas, de los viajes y de las sonrisas.