Este artículo se desarrolla dentro del Programa Con/Sentido. Ocio Responsable con Justicia de Género, que aborda la intersección entre el ocio festivo, el consumo responsable de sustancias y las experiencias de encuentros eróticos comprometidas con la vivencia de las sexualidades libres de violencia sexual. 

Las Marchas Con/Sentido son su cara visible en las calles y las fiestas, con camisetas amarillas y muchas ganas de divertirnos, puedes acercarte a hablar con nosotras, lo estamos deseando. 

#HAZLO CON/SENTIDO

Idaira Gara, Mayo’21

Las Marchas Con/Sentido nos movemos en diversos espacios de ocio festivo, compartiendo y debatiendo sobre cómo son y qué nos gustaría cambiar en ellos. Ya, en ocasiones anteriores, hemos mencionado que de entre los temas más tratados resalta, en su mayoría, las violencias sexistas. 

Podríamos entrar a debatir por qué sexistas y no machistas pero lo cierto es que hablamos de ambas, ninguna excluye a la otra. Sin embargo, desde el colectivo lgtbiq+, sexistas abarca todas aquellas discriminaciones que sufrimos por nuestra manera de vivenciar la sexualidad. 

¡Qué poco pensamos en las maricas, las bollos, las bi, las trans y todas las disidentes cuando pensamos en fiesta! Bueno sí, sí que lo hacemos, pero cayendo, una vez más, en estereotipos. 

¿Qué imagen se nos viene a la cabeza cuando pensamos en un club gay? ¿Qué buscamos cuando vemos una actuación drag? ¿Qué creencias perpetuamos cuando imaginamos a un grupo de lesbianas saliendo de fiesta? Espera… ¿Las lesbianas salen de fiesta?

El cis – heteropatriarcado hegemónico («uy mari! los palabros que me usas», ya me lo dicen mis amigas, no puedo evitarlo) nos atraviesa a todas por igual y no iba a ser menos en nuestros espacios de disfrute y relajo, aunque nos joda, son lugares donde nos sentimos especialmente vulnerables. 

Pues sabemos que, estos entornos se caracterizan – no todos, no siempre – por su agresividad, ya que, algunas personas se justifican en la desinhibición que les produce el consumo para moverse por los espacios como les da la gana, sin pensar en la otra persona, sin pensar en el espacio de la otra persona. Y aquí no puedo evitar hacer spoiler: ¡Tu consumo no justifica tus actos! 

Como mujer y como mujer bisexual era muy consciente de las violencias que experimentaba, y tan solo con sentarme a hablar con otras compañeras, mujeres, bisexuales o bolleras veía un patrón claro y sencillo de violencias. Algunas son hasta un mantra: «no vuelvas sola a casa», «no te pongas esa falda tan corta», «no te subas al coche de nadie desconocido», «me gustaría montar un trío con ustedes», «dos mujeres besándose es tan sexy» y un largo etc. 

En contextos de ocio festivo, a aquellas que nos gusta salir SOLO para bailar somos vistas como brujas con oscuras intenciones y si te digo que me gusta salir SOLO A BAILAR SOLA, me dirás que soy una temeraria. Pues hemos interiorizado de tal manera que no podemos apoderarnos de estos espacios de ocio si no ejercemos las mil y una herramientas de supervivencia que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida, que el simple hecho de ejercer nuestra autonomía nos resulta inconcebible. 

Entonces y gracias, en parte también a este programa, pude descubrir y compartir otras violencias que sufren mis compañeras maricas, no binarias y trans. Personas que son objetivizadas, cosificadas, sexualizadas, discriminadas y arrastradas a un sinfín de acciones terminadas en -adas que, probablemente, nunca llegue más que a empatizar con su situación.

Violencias que, aun siendo diferentes a las que experimentamos las mujeres cis, atacan a lo más profundo e íntimo de cada una: su mera existencia. Desde el estatus de privilegio que aporta la masculinidad – y perdóname que te diga, desde las poquitas ganas que tienes de cuestionarte privilegios y creencias limitantes – nos pisotean y cuestionan como si de bichos verdes se tratara. Y yo que creía que aquí cabíamos el abanico de colores entero. 

En una de nuestras intervenciones de las marchas CON/SENTIDO, un grupo de jóvenes gays nos explicaban que, a pesar de querer ligar con hombres, preferían salir de fiesta con sus amigas pues se sentían más seguros y, a la vez, les ofrecían seguridad a ellas. ¿Nos podría explotar la cabeza? ¿Es una cuestión de grupo de iguales? ¿Cuál es el denominador común? Sí. Sí y no. La masculinidad tóxica. 

Entre los colectivos homosexuales es muy común hablar de las violencias que sufrimos desde esa masculinidad tóxica y legitimada por todo el entramado social que se respalda en la idea de binarismo. Donde sí existe un polo positivo ha de existir uno negativo, y si soy una marica afeminada debo liarme con un maricón masculinizado. Y si soy bollera llevaré el tan conocido outfit de leñadora. 

¡Qué manía de verdad! Qué manera tan limitada de percibir la realidad. 

Y después de dos años de trabajo, y mucha reflexión y debate con el equipo de las Marchas Con/Sentido llegamos al siguiente punto: y si en vez de ejercer los cuidados como herramienta patriarcal que nos limita y supedita a un discurso cargado de discriminación fuéramos capaces de responsabilizarnos – a través de nuestros auto-pactos de consumo responsable y de ligue deseado – de nosotras mismas, como personas, y preguntar desde el respeto y la empatía, antes de accionar. 

A veces, creemos que esta es una manera muy utópica de pensar, pero si entre nosotras somos capaces de ponerlo en práctica y funciona, ¿cómo podemos extrapolarlo a otros espacios? ¿Cuál crees que es la forma de combatir las violencias que nos atraviesan? ¿Has desarrollado alguna estrategia con tus amiguis para sentirse libres en espacios de ocio festivo?

Desde el programa «Con/Sentido» buscamos visibilizar todas estas violencias porque solo a través de nombrarlas y destruyendo los prejuicios podremos llegar a combatirlas y posteriormente, ocupar cualquier espacio de ocio sin miedo a sufrir agresiones machistas y sexistas. 

Seguimos en las calles 

¡busca las camisetas amarillas y hablemos de cómo vivir libres de violencia!