De creer a crear. ¡Qué rule, qué rule!
Este artículo se desarrolla dentro del Programa Con/Sentido. Ocio Responsable con Justicia de Género, que aborda la intersección entre el ocio festivo, el consumo responsable de sustancias y las experiencias de encuentros eróticos comprometidas con la vivencia de las sexualidades libres de violencia sexual.
# hazlo con/sentido.
Noviembre, 2021. Irene Rodríguez Martín.
Una de las líneas centrales de actuación que desarrollamos desde el Programa Con/Sentido, tanto a través de las formaciones, de las Marchas Con/Sentido como de la campaña #HAZLOCONSENTIDO, es la sensibilización y concienciación para promocionar un ocio festivo con consumo responsable y con justicia de género. Somos conscientes que es la base, nuestro cimiento, el fundamento imprescindible para instaurar la transformación sociocultural que reivindicamos. Ahora bien, ¿cómo se consigue la sensibilización? ¿cómo se logra la concienciación individual y colectiva?
En una sociedad de respuesta rápida y poco tiempo para reflexionar ¿cómo generamos los espacios que nos permitan tomar conciencia? Casi que es inmediata la necesidad cuando nos ponemos a proyectar programas de acción y transformación social. ¡No hay duda! Es necesario sensibilizar y concienciar, es el objetivo general y específico sine qua nom de todas las propuestas de cambio e impacto en la estructura social. Para el qué necesitamos el acuerdo es compartido y unánime, en nuestro caso, tomar conciencia y sensibilizarnos de que un ocio festivo diferente es posible; de que un consumo responsable fuera de políticas de miedo y prohibiciones es posible; de que es posible que estos contextos de interrelaciones personales se pueden desarrollar bajo un marco de justicia de género. El qué está consensuado y ¿el cómo? ¿compartimos cómo hacer para que la sensibilización y concienciación tenga un impacto de cambio?
Cuando nos situamos en la acción, las propuestas de los cómo se van diversificando atendiendo a distintas variables interseccionadas, como por ejemplo las relacionadas con nuestros intereses, si nos afecta o no de manera personal, nuestros tiempos disponibles para llevar cabo, nuestros compromisos, nuestras propias concepciones de las temáticas, nuestras responsabilidades laborales asociadas. En definitiva, se abre una brecha entre la(s) disponibilidad(es) y el proceso de concienciación y sensibilización que tan claro tenemos como fundamento insustituible. ¿Estamos disponibles para implicarnos en la toma de conciencia? ¿Realmente creemos en el valor de ser conscientes como motor de transformación? ¿Creemos lo suficiente como para responsabilizarnos de nuestra participación activa? O ¿tal vez estas variables nos sirven de excusa(s) para que no nos altere por dentro? Quienes nos hemos adentrado en procesos de concienciación y sensibilización sabemos que no vivir un cambio propio, como persona, sería lo raro.
Se hace evidente que la toma de conciencia y el sensibilizarse no es inmediato y, aunque es útil para iluminar cuestiones menos visibles o inconscientes (poner luz), no se trata de un interruptor que se enciende y/o apaga sino más bien de un proceso de transición que se ha de recorrer en lo personal y en lo colectivo. Y si hablamos de recorrido ¿cuál es nuestra disponibilidad para realizarlo? Un recorrido que además no está definido, tal vez está trazado el destino, aunque no los tiempos, las rutas, los desvíos o los cruces. Un recorrido que se va conformando en gerundio, según lo vamos realizando. Y, para que así sea, necesitamos estar disponibles (con conciencia) ¿Cómo comprometernos a realizar un proceso de tal impacto y responsabilidad sin tener claro cómo ni cuánto nos requerirá tal transformación?
Parece que la respuesta se presenta en bucle, repitiendo la tarea muchas veces o por siempre, ¿qué tarea? Pues la de tomar conciencia y sensibilizarnos para contribuir a la transformación. ¿Cómo implicarse de forma activa abriéndonos a una metamorfosis de tal calibre si antes no hemos tomado conciencia del valor de tal acción(es)? Lo aprendido del propio recorrido es que solo cuando lo valoramos es cuando aceptamos la necesidad de realizar el proceso. Aquí no hay recetas, fórmulas preestablecidas útiles para todos los públicos; justo toca romper con la normatividad, con los mandatos socioculturales desde la (auto)observación sin juicio y la reflexión crítica, que nos permita imaginar nuevas formas desde donde estamos (desarticular el imaginario colectivo) para ir hacia nuestro destino Con/Sentido.
Activar la confianza, el “yo creo” que es posible otra forma de vivir-nos, de construir-nos, de disfrutar-nos en nuestro ocio festivo. Ese “yo creo” que parte de una revoltura (revolución), de ese “me quedé pensando” que buscamos cuando interactuamos desde el Con/Sentido. Quienes nos dedicamos a la promoción y defensa (es una cuestión de derechos) de la igualdad, la diversidad, el respeto, el disfrute y la libertad tenemos claro que esto no solo es una labor profesional, sino que también es una filosofía de vida, que nos atraviesa y cuestiona en lo personal para llevarlo después a lo laboral (sea cual sea nuestra profesión). Supone una aceptación de que formamos parte y, por tanto, el llamamiento nos interpela directamente sin excepción, confiando plenamente en que nuestra participación suma y multiplica el proceso(s) y recorrido(s) para el ocio Con/Sentido.
“Yo creo” nos ubica en primera persona desde la confianza de transformar lo que conocemos y ya no queremos, desde la conciencia de realizar análisis atendiendo a la complejidad y acabando con los relatos simplistas que buscan la transformación fuera, rápida y guiada; “es que el problema lo tiene la juventud que no sabe consumir”, “eso se arregla prohibiendo que beban en la calle”, “es que las chicas son mucho peores”, “eso le pasa por ir así de borracha”, “es que ya no se dan a respetar”, “dime qué hago si me veo a una chica así”, “es que yo las veo desde la barra que ellas se dejan y luego se quejan”, “y si se meten en el baño qué hacemos”, “si le meten mano y está borracha yo no puedo hacer nada”, “ellas son las más pesadas con quien está en puerta”. Como vemos, cada una de estas frases nos permiten observar desde el pensamiento crítico, cuan importante es nuestra mirada y posición(es) para el análisis y obtener respuestas efectivas que generen un impacto en la realidad(es) que vivimos. Un ejemplo es que cuando las compartimos en grupo, las respuestas pueden ser diferentes frente a las mismas situaciones o frases: algunas personas se centran en si es ella la que está borracha y se le dicen esas frases, otras en si son quienes están trabajando y qué órdenes reciben, muchas en si se ha de normalizar este tipo de situaciones sin más propuestas (tipo un sálvese quien pueda). Y en todas, lo que vemos es justo la importancia de ese debate y reflexión crítica la que empuja a la transformación real, la que nos mueve a creer en otros escenarios posibles, aunque tal vez aun no los conozcamos y los tengamos que crear conjuntamente. “Quien no se mueve no siente sus cadenas” nos decía Rosa Luxemburgo.
Este “yo creo” es al que llegamos a través de la toma de conciencia, de movernos interna y externamente, de dejar de normalizar para cuestionar y proponer otras posibilidades de comprensión y conocimientos. Este “yo creo” que, desde la seguridad de que somos quienes construimos o perpetuamos, nos mueve por la confianza de que podemos desarticular la norma y reconstruir al mismo tiempo un ocio festivo responsable libre de violencias sexuales. Cuando centramos nuestros esfuerzos en esta sensibilización, conocemos sus pros y sus contras, algunos ya los hemos recogido a lo largo del texto. Sabemos que en contra nos juegan los tiempos (se necesita respetar los tempos del proceso) tan difíciles de obtener en una sociedad que solo responde a la velocidad e inmediatez, como si dijéramos “estamos muy ocupadxs para cambiar”, con la ironía de que estamos cambiando todo el tiempo. En contra brotan los mitos, los juicios, los miedos, las culpabilizaciones y tantas justificaciones para no sentir nuestras cadenas. A favor está la propia conciencia sensibilizada que una vez se activa ya sabe que no puede volver a ignorar esas cadenas, que la liberación solo pasa por la acción y la responsabilidad, aunque la transición nos revuelva y no siempre sepamos cómo en la práctica. Ese “me quedé creyendo” que nos permite dejar de paliar el síntoma con pautas, protocolos o recetarios (tienen sentido tomadas en conjunto atendiendo a un proceso más profundo), para ser parte del tratamiento, del impacto estructural, de la transformación integrada desde lo macro (romper el sistema), que nos posibilita ir atendiendo en lo micro la diversidad de situaciones indefinidas y variantes que nos encontremos bajo el mismo paraguas de desigualdad, discriminación y normatividad de la “cultura festiva”.
Este movimiento orgánico que nos coloca en el crear a partir de creérnoslo, buscando diferentes respuestas compatibles con la desarticulación estructural, ya que gracias a la sensibilización entendemos que el sistema sociocultural no es inmutable, sino que puede ser modificado confiando en nuestros propios recursos de ajuste creativo. Ese “me quedé creando” que sintoniza la conciencia colectiva en un compromiso de continuidad que traspasa las barreras de la premura y el aprendizaje dirigido y pasivo (dime qué hago). La transformación Con/Sentido nos coloca en activo, dirigiendo, formando parte, creando.
Me quedé pensando, creyendo, creando: un proceso circular de pensamiento, compromiso, responsabilidad y acción(es) que gira sobre sí mismo, en formato profundo, complejo y continuado, que rula llamando a la comunidad a tomar un papel protagonista, que rula tomando conciencia del valor insustituible de la sensibilización para la transformación Con/Sentido, que rula poniendo los tiempos, las disponibilidades y las conciencias al servicio.
Estamos en fechas de celebración, conexión, encuentro(s) y compartir. Época de cerrar y recoger frutos, de formular los propósitos para la nueva(s) etapa(s) y este es nuestro mensaje para unas fiestas responsables con justicia de género y disfrute Con/Sentido.
“Creyendo en el Con/Sentido, Creamos Con/Sentido”. ¡Qué rule, qué rule!
¡QUE SEA RICO!
Es trabajadora social, sexóloga y terapeuta atravesada por la mirada feminista crítica. Desde que comenzó, ha participado en el Programa CON/SENTIDO como técnica y formadora. Especializada en el acompañamiento, principalmente a mujeres, el trabajo por el reconocimiento de derechos, la atención en situaciones de violencias sexistas, así como en el desarrollo de las sexualidades desde el plural y la diversidad. Formula en positivo, inquieta y en continua transformación. Siempre disponible para una rica comida y una apasionante conversación.